Una nueva papeleta para la democracia
Rafael Jiménez AmbelVigo
21·07·19 | 04:10
Después de haber votado varias veces, el ciudadano ya ha cumplido su deber democrático. Nada más puede hacer, solo contemplar con impotencia y cabreo, los pactos y no pactos de los partidos en su desmedido afán por el poder. Me voy a esforzar como ciudadano de a pie a escribirles estas letras. Reflexión que como artista plástico ya plasmé en una obra titulada «Una nueva papeleta para la democracia» (pintura de 195 x 130 cm), que entre otras puede contemplarse en el salón de eventos del Hotel Vigo Plaza, Rúa Progreso 13 en la exposición que titulo «Cuestionarte». En qué consiste esa nueva papeleta. Se trata de transformar la democracia, de la cual estamos viviendo su decrepitud, o vejez. Por ejemplo los pactos: los pactos no los deben decidir los partidos sino el ciudadano, para ello la transformación del diseño de la papeleta sería: añadir una segunda casilla para el segundo partido preferido, o añadir todas las combinaciones posibles, además del partido principal, p. e. A+B, A+C, C+B, no es tan difícil, y no me digan que no va a caber en la papeleta. Eso es muy difícil, se entiende que nos pueden seguir tomando el pelo. Con ello se consigue que en caso de no obtener mayoría el partido más votado, el centro de recuento de datos echaría mano de la combinación más votada asociada al partido más votado.
Otro punto de esa nueva papeleta sería que el partido que se postula manifieste sus candidatos cuatro años antes, no un semana antes que vaya fichando por ahí estrellas mediáticas.
Otro idea más. Una vez constituidas las cortes aquellos partidos cuyos miembros sean imputados en causas judiciales, se les penalizarían, quitándoles un escaño, o sea como un castigo diríamos escolar. ¿A quién se lo das? Al partido que se porte mejor, o al más necesitado el minoritario. La partitocracia no es la democracia, es una dictadura de las organizaciones y por eso debe ser reprobada.
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Otra idea. Los votos en blanco que tienen ese significado vago, de no acuerdo con las opciones políticas, serían representados por un estamento público de carrera con representación proporcional en el Parlamento, o sea un partido blanco que estudie la posible voluntad de esos ciudadanos, que compita con sus votos con el resto del arco parlamentario. Y del mismo modo del censo electoral, los no votantes tendrían un número de diputados, funcionarios de carrera cuya misión sea generar debate en el arco parlamentario para representar al resto de la sociedad, que no participa en el acto de votar, pero son ciudadanos y gozan de los mismos derechos que los que votan.
Otra idea de esta trasformación ideal sería que las propuestas de los partidos estén tasadas, esto es que estén equiparadas entre todos para que el ciudadano pueda ver bien las diferencias, por ejemplo diez aspectos sociales. Sanidad, educación, cultura etc.
Y todos los partidos deben responder a esos apartados. Y después de un mandato se evalue la consecución de esos objetivos y si es así se premie, como en el cole, por haber hecho los deberes, por ejemplo con un escaño más al partido cumplidor.